MINIFUTURO
En nuestro afán por copiar cualquier cosa extranjera que suene a sacrificio, ahora llegan los minijobs, para, textualmente, trabajos de escasa relevancia. El presidente de la patronal pone un ejemplo: 7 horas un jueves, 6 un sábado y el sueldo sería inferior al salario mínimo, apuntando a 400 €. Ojala, porque eso es lo que se paga en Alemania. El equivalente español como ha calculado blogsdepolitica son entre 100 y 200 €.
Necesitamos la penitencia de la austeridad y el sacrificio para purgar nuestros pecados, no hay duda. Fuimos mala gente y pedimos una hipoteca con el único propósito de, al cabo de unos años, poner nerviosos a diligentes banqueros y rigurosos gobernantes. Pecadores fueron los funcionarios porque muchos tienen empleo pero no trabajo, según nos ha descubierto el presidente de la Patronal. La lista se completa con trabajadores con indemnizaciones por despido altas, jubilados, enfermos (si tan malos están deberían quedarse en la cama en lugar de ir a los centros de salud a colapsar la sanidad, aunque si quedan mucho en la cama debería poder despedírseles por absentismo), y desde la semana pasada los puentes y festivos. Hay que agrupar los festivos porque así se trabaja más y se aumenta la productividad. No importa que el número de horas trabajadas en España sea de las más altas de Europa, ni que el turismo y la hostelería sea, por ejemplo en Almería, uno de los refugios laborales después de la caída de la Construcción. Durante estos últimos quince años España ha sido el país europeo que más ha divergido de los demás en la relación de productividad por trabajador, pero hasta este puente no nos habíamos dado cuenta.
Pero, si nos ponemos serios, vemos que todo esto revela una mentalidad que nos lleva a un minifuturo: se sigue pensando en un modelo económico basado en mano de obra no cualificada trabajando a destajo como única salida para este país. La productividad no se mejora por trabajar 2.000 horas al año, aumenta mediante el desarrollo y aplicación de nuevas tecnologías, la mejora de las cualificaciones de los trabajadores, una mayor conexión entre educación y mundo de la empresa, una cultura emprendedora y una diversificación de la economía hacia la calidad y la competitividad. Todo ello casa muy poco con la tradicional receta de sueldos bajos y precariedad laboral. Saldremos de la crisis compitiendo en calidad no en precios, porque nunca produciremos con costes laborales inferiores a los de China. Si no pensamos a lo grande nuestra receta final para las futuras generaciones es: maleta y para Alemania.
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