miércoles, 28 de marzo de 2012

Mi artículo en Diario de Almeria 3 de marzo de 2011 Fraude en el paro

En las últimas semanas hemos asistido a una polémica sobre rechazos de oferta de empleo con frases como “en España se rechazan trabajos que le suponen al trabajador cambiarse de ciudad y no pasa nada”. Si esto fuera verdad hablaríamos de un país en el que convive alto desempleo y, al mismo tiempo, empleos sin cubrir. No sería un paro cíclico fruto de la crisis ni estructural que requiere que esos puestos no se cubran por no haber trabajadores con las habilidades necesarias. El tipo de paro que tendríamos sería el paro caradura, originado por una especie de tendencia natural a la pillería unida a la dejadez de un Estado que tira 30.000 millones, que es lo que cuesta anualmente la factura del desempleo, sin control alguno.

Pillería tenemos, no hay duda, pero en nuestro país no existen ofertas de empleo sin cubrir porque los parados no quieran trabajar, es más no hay ninguna oferta que no se cubra. Si ese fuera el caso la solución es fácil. En un país tan aficionado al decreto ley, no tendríamos más que sacar uno que reduzca la cuantía y el tiempo de prestación. Quizás sea lo que se persigue ya que la segunda parte de ese discurso afirma que los parados encuentran milagrosamente empleo en los dos últimos meses de prestación. La verdad es mucho más triste: existe paro porque no hay empleo. Actualmente si alguien rechaza un empleo ya habrá otro que lo acepte, y sin buscar mucho. Es así porque nuestro sistema productivo se ha basado especialmente en trabajos no cualificados y no sólo tenemos muchos parados, tenemos muchos con cualquier cualificación que imaginemos, las prestaciones ya sólo protegen en Almería al 67% y dos de cada tres cobra 426 €. No es difícil imaginar que, en estas circunstancias, cualquier oferta se cubrirá rápidamente.

El fraude en el paro no radica en el rechazo de oferta, es muy variado y casi siempre requiere la colaboración de un empresario. Sin querer cansar, citaré sólo tipos de fraudes comprobados y abundantes. Uno es el de empresas con todo su personal cobrando el paro. Eso implica que ni el propietario ha dado de alta a los trabajadores, ni estos han considerado la posibilidad de cumplir con su obligación de comunicar que están trabajando. Otro: contratar a una persona a tiempo parcial que compatibiliza con el paro, pero en realidad trabaja a tiempo completo. Una modalidad sofisticada es la del comercio, o bar o taller mecánico que no tiene trabajadores. Todos sus empleados son autónomos. Se ahorra así el pago de cotizaciones a la Seguridad Social. Se puede completar con la pretensión de que esos trabajadores cobren el pago único del paro y con eso se paguen sus cotizaciones a la Seguridad Social y ya, incluso, con el pago único del paro hacerles socios de la empresa, es decir que, en realidad paguen por ser contratados. No he oído criticar nada de esto y no son los únicos casos, pero desde luego es el tipo de fraude que hay que combatir y no desviar la atención hacia  pretendidos rechazos de oferta, que no existen, y que sirven para criminalizar injustamente a quien no tiene culpa de estar sin empleo.

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