Mi artículo en Diario de Almeria 3 de marzo de 2011 Fraude en el paro
En
las últimas semanas hemos asistido a una polémica sobre rechazos de oferta de
empleo con frases como “en España se rechazan trabajos que le suponen al
trabajador cambiarse de ciudad y no pasa nada”. Si esto fuera verdad hablaríamos
de un país en el que convive alto desempleo y, al mismo tiempo, empleos sin
cubrir. No sería un paro cíclico fruto de la crisis ni estructural que requiere
que esos puestos no se cubran por no haber trabajadores con las habilidades necesarias.
El tipo de paro que tendríamos sería el paro caradura, originado por una
especie de tendencia natural a la pillería unida a la dejadez de un Estado que
tira 30.000 millones, que es lo que cuesta anualmente la factura del desempleo,
sin control alguno.
Pillería
tenemos, no hay duda, pero en nuestro país no existen ofertas de empleo sin
cubrir porque los parados no quieran trabajar, es más no hay ninguna oferta que
no se cubra. Si ese fuera el caso la solución es fácil. En un país tan
aficionado al decreto ley, no tendríamos más que sacar uno que reduzca la
cuantía y el tiempo de prestación. Quizás sea lo que se persigue ya que la
segunda parte de ese discurso afirma que los parados encuentran milagrosamente
empleo en los dos últimos meses de prestación. La verdad es mucho más triste: existe
paro porque no hay empleo. Actualmente si alguien rechaza un empleo ya habrá
otro que lo acepte, y sin buscar mucho. Es así porque nuestro sistema
productivo se ha basado especialmente en trabajos no cualificados y no sólo
tenemos muchos parados, tenemos muchos con cualquier cualificación que
imaginemos, las prestaciones ya sólo protegen en Almería al 67% y dos de cada
tres cobra 426 €. No es difícil imaginar que, en estas circunstancias,
cualquier oferta se cubrirá rápidamente.
El
fraude en el paro no radica en el rechazo de oferta, es muy variado y casi
siempre requiere la colaboración de un empresario. Sin querer cansar, citaré
sólo tipos de fraudes comprobados y abundantes. Uno es el de empresas con todo
su personal cobrando el paro. Eso implica que ni el propietario ha dado de alta
a los trabajadores, ni estos han considerado la posibilidad de cumplir con su
obligación de comunicar que están trabajando. Otro: contratar a una persona a
tiempo parcial que compatibiliza con el paro, pero en realidad trabaja a tiempo
completo. Una modalidad sofisticada es la del comercio, o bar o taller mecánico
que no tiene trabajadores. Todos sus empleados son autónomos. Se ahorra así el pago
de cotizaciones a la Seguridad Social. Se puede completar con la pretensión de
que esos trabajadores cobren el pago único del paro y con eso se paguen sus
cotizaciones a la Seguridad Social y ya, incluso, con el pago único del paro hacerles
socios de la empresa, es decir que, en realidad paguen por ser contratados. No
he oído criticar nada de esto y no son los únicos casos, pero desde luego es el
tipo de fraude que hay que combatir y no desviar la atención hacia pretendidos rechazos de oferta, que no
existen, y que sirven para criminalizar injustamente a quien no tiene culpa de
estar sin empleo.
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