El verano parece haber animado a políticos a
derecha e izquierda a lanzarse a reconocer errores. No aplaudamos todavía,
porque el error que reconocen haber cometido es que no se saben explicar. Hace poco leí esta respuesta en este mismo diario:
“si hubiéramos conseguido explicar que había que adoptar medidas duras,
estaríamos en otra situación, porque la gente lo habría comprendido”. La
primera reacción es sentir solidaridad con alguien que sufre así, y decir que
no, venga, que no pasa nada. Luego te das cuenta de que, en realidad, nos está
llamando tarados. No, ellos no han hecho nada mal, al contrario, siempre han
sabido lo que había que hacer. Su único defecto fue no darse cuenta de nuestra
imbecilidad y habérnoslo dicho con palabras sencillas y muy despacio, al estilo
Barrio Sésamo.
El Gobierno actual también reconoce fallos, pero
de comunicación, que es todavía menos que el error de falta de explicación.
Vamos, uno de esos que se soluciona con aumentar el ritmo de las notas de prensa
en las que, como es habitual, no se mencione nada de lo importante, que para
comunicar bien del todo ya está el BOE y a la gente no hay que darle disgustos
antes de tiempo.
Sin embargo, no se trata sólo de fallos de explicación. Por poner algún
ejemplo, Bankia no es un problema de lenguaje. A quitar una paga extra le
puedes llamar retraimiento y sin embargo el vulgo lo entendemos igual. Ha
llegado el momento de no marearnos más, dejar de ver fallos de explicación en
lo que han sido y son enormes errores de gestión y asumir responsabilidades, no
vayamos a saltar, sin solución de continuidad, del error en comunicación a la teoría
de la conspiración. No cuela más eso de los especuladores y los insaciables
mercados atacando a la pobre España por una especie de odio atávico, esa España
que “ha hecho los deberes” por utilizar una de las frases más ridículas del
dialecto político. Los inversores extranjeros se van porque no hay confianza. Y
no la hay porque las decisiones que se han tomado y se toman, antes y después
del 20N, parecen obedecer más al experimento que a la planificación. Es verdad
que a ello contribuye la falta de comunicación, que genera incertidumbre y
esta, a su vez, aumenta la desconfianza. Pero este fallo se soluciona aceptando
que en una democracia avanzada, la sociedad civil no está compuesta por niños,
sino por ciudadanos adultos a los que los responsables políticos deben
explicaciones, que es algo más amplio que explicar, es rendir cuentas de forma
continuada y sistemática, es asumir la responsabilidad de sus acciones y
cumplir los compromisos que se asumieron con esos ciudadanos
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