Desde
que mis hijos tienen perro y por tanto lo paseo yo, el círculo de mis conocidos
se ha ampliado notablemente, al incluir a los propietarios de perro. unos días uno de ellos, al que calculo alrededor
de cincuenta años, me comentó que hacía más de cuatro que no trabajaba y estaba
agotando la ayuda. Ya es triste que un hecho antes desconocido en la provincia
se haya convertido en tan normal que puede comentarse mientras se pasea al
perro.
Recuerdo
esta anécdota porque el paro de larga duración hay sido una constante en esta
columna, primero con asombro por la novedad y ahora por la persistencia. A comienzos
de mes, el think tank británico IPPR y la Fundación JP Morgan publicaban un
informe sobre Empleos y Conocimientos en Europa 2014. En él se afirmaba como bueno
que en Europa el desempleo no es aún estructural sino cíclico, aquel motivado
por la crisis debido a que no hay empleo para todos aquellos que lo están
buscando y no, como sería el caso del paro estructural, que haya desempleo y
puesto sin cubrir porque los parados no reúnen las habilidades que requieren
esos puestos y las personas dejen de buscar. Esta parece ser la idea de nuestro
gobernantes, todo es transitorio, un pequeño impulso económico y volverán los
días felices.
Cuando
una persona lleva cuatro años parada es una característica de esa persona, pero si un número cada vez mayor está en la
misma situación, es ya una característica del país. Ese paro de larga duración
está destinado ya, no sabemos en qué cuantía, en estructural, es decir,
permanente. Sobra gente, vamos. De aceptar el problema y de enfrentarlo
dependerá, pues, no su existencia, sino su magnitud.
En
Almería a mediados de 2007, cuando la población dispuesta a trabajar crecía un
3% al año, bueno es recordarlo, más de la mitad de los parados inscritos
llevaban menos de tres meses sin empleo, y sólo el 12%, más de un año. Hoy, con
45.000 más, el 45% de los desempleados
lleva más de un año sin trabajo. Y lo peor es que el grupo de parados más
importante lo constituye el de los que llevan al menos dos años así, que son
uno de cada cuatro, que en 2007 eran uno de cada diez, y en 2010 el 15%. Es
decir, diez puntos más en dos años. Estas cifras nos dice que una parte de los
parados de Almería no volverán a trabajar. La solución del paro no es fácil,
pero lo será menos si no se afrontar esta realidad. Sobra gente, sí, pero si no
se hace algo sobraremos todos. Unas políticas activas de empleo eficaces, y por
tanto, no las de cursos a tontas y a locas y la protección a los que no
volverán a trabajar son imprescindibles.
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