Si nos preguntásemos por el
desarrollo de nuestra provincia durante los años felices veríamos que crecimiento económico y
crecimiento de población fueron elevados y fueron juntos, alimentándose uno del
otro. Nuestra provincia pasó de tener un porcentaje de residentes extranjeros
del 3% en 2008 al 22% del total en 2012.
Y, si en 2000 la Seguridad Social tenía apenas 12.000 trabajadores extranjeros
de alta, ocho años después eran 53.000. La importancia de este dato nos la
ofrece la comparación con lo sucedido con los trabajadores españoles que en el
mismo período crecieron en 38.000
Las razones de esa necesidad de
aumentar continuamente la mano de obra disponible como forma de crecimiento
económico tampoco se nos escapa. Nuestra provincia creció gracias a sectores
que empleaban muchos trabajadores en poco tiempo, Agricultura primero,
Construcción después. Es fácil cargar ahora las tintas contra la Construcción que
tanto bien nos hizo y nos tendrá que volver a hacer.
Y así, tras este crecimiento
disparado, llegamos a la situación actual. Tendemos a trasponer a nuestra
provincia lo que ocurre a nivel nacional, aceptando como real que la falta de
trabajo hace que se hayan invertido los flujos migratorios y que muchos de los
que vinieron se vayan. Pero entre nosotros eso no es muy cierto. Puede que la
llegada de trabajadores extranjeros se haya detenido pero un cambio de
tendencia, es decir, a irse, no se ve. De hecho en los seis primeros meses del
año, el número de extranjeros con tarjeta de residencia creció en 2.360, eso no
quiere decir que hayan venido más, pero sí que los que se han ido no son
significativos. La afiliación a la Seguridad Social ha descendido durante la
crisis y el total de trabajadores es hoy igual al que existían en 2004. Un dato
terrible pues estamos hablando de la pérdida de casi 54.000 empleos. Tampoco es
cierto que los extranjeros sean los más perjudicados. Los afectados se cuentan
por sectores de actividad económica no por nacionalidad. Además, los beneficios
sociales que aún gozamos, y digo aún, porque aquí no puedes dar nada por
definitivo, facilita el arraigo.
Y este análisis viene a cuento
porque desmonta las esperanzas que tenían los que ansiaban vendernos éxitos en
la reducción del paro y confiaban en el descenso de la población activa por la
emigración y el retorno. Es decir, al ser menos, se podía decir que le paro no
aumentaba o incluso disminuía, así sin hacer nada. Pues no va a ser así, lo que hará reducir las
cifras de paro es la creación de empleo y no los trampantojos contables.
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