EL
OTOÑO DEL EMPLEO
En
septiembre ha habido un problemilla con los precios, nada, que con la subida
del IVA, la inflación llega al 3,4% en España y al 3,1% en Almería y Andalucía.
Al gobierno le sorprende, pero es que al gobierno le sorprende todo. Precisamente
en septiembre, cuando los chiquillos te insisten en que les vendría bien tener
material escolar. Y no confíes en que los lápices salgan de la pensión del
abuelo, porque, por desgracia para el gobierno, se acerca el momento de la
revisión y, por desgracia para los jubilados, para entonces ya habrán pasado
las elecciones del 21-O, que, no nos engañemos, eso, el reparto del poder, es
lo único que quita el sueño a nuestra clase dirigente.
Así
las cosas, es normal que lo sucedido con el paro registrado en Almería no
merezca ya la atención de unos ciudadanos con el ánimo encallecido de tantas
malas noticias. Es de esperar que en el último trimestre el paro descienda en
nuestra provincia. Las reincorporaciones al trabajo en los almacenes permitirán
a nuestros diputados gubernamentales decir que la situación mejora y a los
otros que en el último año no mejora, y ya está, a otra cosa. Para los demás,
lo importante es saber si debajo de esa mejora estacional ya se ha tocado fondo
o aún es posible caer más.
Lo
conocido no invita al optimismo. Un período tan largo de desempleo no se ha
vivido nunca en Almería, y lo malo es que, tras dar señales de tocar fondo, ha
vuelto a intensificarse. Si tomamos el período enero-septiembre de los últimos
cinco años observamos que en 2008 el paro creció a razón de 64 personas al día,
en 2009 a
58 diarias, 46 en 2010, 25 en 2011 y, cada día de lo que llevamos de 2012, 37
almerienses se han sumado a las listas del paro. Podría haber sido peor, porque
en septiembre descendió el desempleo entre las personas que buscan su primer
trabajo y, desde luego, no se debió a que lo encontraran. Fue porque ante la
certeza de que eso no iba a ocurrir ni se inscribieron en las oficinas de
empleo. Ante esto, comienza a insistirse en que el paro que sufrimos no es sólo
cíclico, fruto de una crisis y de sus decisiones ante ella, sino, sobre todo, estructural,
es decir, del mercado de trabajo y las pocas habilidades de los parados para
buscar otros empleos. Ese fallo estructural se soluciona con reformas
laborales, que si al mes siguiente no dan resultados es porque no han sido
suficientes y hay que hacer otra. Pero lo primero es atajar el problema del
sector financiero, y después, el laboral, y sin hacerlo así, las reformas sólo
servirán para acelerar los despidos, no para facilitar el empleo
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