El
verano está trascurriendo sin los sobresaltos y zozobras de los últimos estíos.
Es cierto que aún estamos a mediados de agosto, un mes tan predispuesto a que
se aprueben normas que afecta a derechos sociales. La mayoría de las leyes sobre
protección por desempleo o reformas de esta protección se aprueban a finales de
julio o principios de agosto. Pero esta vez el tradicional decreto ley que
inicia las vacaciones, el que hace el número once en lo que llevamos de año y
reduce un poco más el papel del Congreso a un lugar con cubatas baratos, apenas
ha tocado la normativa de desempleo. El decreto se limita a adecuar la
legislación a las recientes sentencias del Tribunal Constitucional y del
Supremo en esta materia. Una es la sentencia del tribunal constitucional que
once años después de formulado el recurso–si, once años-, determina que el SEPE, antiguo INEM, no puede sancionar con
un mes sin paro por no renovar la demanda de empleo ya que eso corresponde a la
Comunidad Autónoma. La otra se adapta a la doctrina del Supremo sobre salida al
extranjero mientras se cobra el paro.
Así
que este año las noticias sobre largas colas en Almería no se refieren a las
oficinas de empleo que tiene cita previa sino al casting para participar en una
película. Enternece leer la opinión de la diputada provincial de cultura sobre que
las miles de personas que aguantaron horas de calor “pone de manifiesto la
pasión que hay por el cine y lo dispuestos que estamos a trabajar por
consolidar nuestra tierra como un plató de cine”. Me pregunto ¿si no pagasen
por participar en el rodaje estaríamos ante la misma pasión? ¿Si nuestra
provincia no tuviese una tasa de paro del 35,7% habría tantas personas aguantado
calor y colas para consolidar nuestra tierra como un plató de cine?
No es
sólo la pasión por el cine lo que mueve semejantes multitudes, es por el paro.
Porque de lo que no hay duda es que si hay algo consolidado en nuestra
provincia es el desempleo, pero da la sensación de que los parados se han
volatilizado. Hace apenas tres años, cuando entre nosotros el paro de la
encuesta de población activa era inferior en 32.000 personas al actual, el 9%
llevaba dos años sin empleo, Arenas organizó una manifestación. Ahora se impone
la invisibilidad, cuando no la sospecha de fraude. Así que las colas son por la
pasión del cine, no porque haya 132.000 parados, ni porque el 25% lleve dos
años sin empleo, ni porque sólo el 64% de los apuntados al paro cobren algo, o
que de los que cobran, dos tercios reciben 426 € y el resto una media de 700.
No, es la pasión por el cine.
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