La
ciudad de Almería está de Feria, como lo han ido estando y lo estarán otras
localidades de la provincia. Pero como aquí es donde vivo, lo noto más. Es ese
momento en el que se impone dejar de hablar de lo de siempre, que parece no
arreglarse nunca y posponerlo para ese otoño. Como además este año cae un poco
antes aún tenemos dinero para gastar, así que ya ahorraremos en comida cuando
pasen estos días. Digo en comida porque hemos ido afinando tanto que sólo
podemos arañar unos euros controlando la alimentación. A esto hemos llegado,
pero no hoy. Como dice el refrán portugués, tristezas no pagan deudas, y si
sabrán ellos de deudas que están rescatados.
Podemos
estar contentos porque el verano ha ido pasando sin los sobresaltos de años
anteriores que obligaban al presidente del Gobierno a interrumpir sus
vacaciones, cuando todos sabemos que las cosas van mejor cuando los gobernantes
están de asueto, véase si no lo bien que va la prima de riesgo.
¿Y
Almería? Pues quitando lo del casting todo lo demás sigue más o menos igual. Si
lo miramos desde el optimismo que da la charla en la barra de la caseta diríamos
que no está siendo un mal verano para el empleo. La suma de los contratos de
junio y julio nos ofrecen el mejor dato desde 2007, consecuencia de las mejores
expectativas turísticas en un año en el que, además, tenemos el mayor número de
plazas de alojamiento estimadas. Unas 10.000 se calculaban en junio, 1.000 más
que hace un año. Y los datos de empleo en el sector ya anunciaban en junio un
buen verano, habiendo aumentado el número de personas empleadas un 6% en
relación con el año pasado. Cierto, saldrá alguien que diga que ese empleo es
tan temporal como las burbujas de la cocacola y tan corto que no da ni para el
subsidio por cotizaciones insuficientes. Todo ello sin contar con que la
contratación indefinida, aquella que vendría de la mano de la reforma, está en
sus niveles más bajos desde 1997.
Otros
añadirían que la contratación a tiempo parcial involuntaria, aquella que se acepta
porque no hay más remedio, está subiendo hasta convertirse en el verdadero
contrato de la reforma, todo ello gracias a permitir horas extraordinarias. Sí,
todo eso es cierto, pero son fiestas, una tregua de calor entre tantas malas
noticias y, quizás por eso, yo confío en una próxima reforma del número de
contratos que los reduzca no a un contrato único falsamente indefinido, sino a
cuatro o cinco modalidades en las que la causalidad, es decir que si se hace
temporal es porque la actividad también termina con el contrato, se imponga.
Feliz Feria.
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