Desde luego no es eso lo que les
deseo a todos los que amablemente me han leído a lo largo de este año. A todos
los lectores de este diario, en primer lugar, mi deseo de que esta Navidad sea
más feliz que la del año pasado, pero menos que la del que viene. No perdamos
el optimismo. Las fiestas están aquí y nuestra ciudad se ilumina. Con pocos
adornos, y luces frías pero que no desentonan del alumbrado público que
sufrimos a lo largo del año, quizá uno de los más tristes del reino. Si, además,
a las siete de la tarde pasas por la Rambla, altura de La Salle, la oscuridad
es tal que tienes la sensación de estar metido en un túnel más negro que el de
la crisis.
Ha llegado la temporada de
polvorones, ya que salvo que presidamos una Caja de Ahorros y la arruinemos no
podemos permitirnos caviar. Es bueno que nos llenemos la boca de polvorones así
se garantiza nuestro silencio mientras las Instituciones se deterioran un poco
más. Todo empezó como esa grieta en la pared que no atajamos a tiempo y ahora ya
tenemos medio cortijo derruido, sin saber cuánto aguantará en pie el otro
medio. La policía registra la sede del partido que nos gobierna y la Guardia
civil la de un sindicato, y el político que inventó el aeropuerto sin aviones
se lleva 100.000 euros de una indemnización por despido. Curioso esto último,
porque aprovechando que estamos ocupados con el turrón y la visión de nuestro
cuñado cantando villancicos con la botella de anís, se aprueban, así, de
tapadillo normas que nos harán la vida un poquito más difícil. Y no me refiero
sólo a la subida de la luz, esa que nos obligará a quitar el árbol de Navidad
justo después de las campanadas de media noche. Un ejemplo, que enlaza con esa
indemnización que decía: así como de tapadillo los presupuestos generales del
Estado contendrán una enmienda a la reforma laboral y, con ello, a todas las
declaraciones que la ministra de empleo ha hecho sobre el tema este año. Se va
a eliminar el art. 33.8 del Estatuto de los Trabajadores, que se refiere al
pago por el FOGASA de parte de la indemnización por despido en las PYMES, para
así desincentivar los despidos, lo que no cuadra con eso de que la reforma
aseguró la permanencia del empleo. Pero qué más da si ya estamos acostumbrados
a que lo que hacen no nos deje escuchar lo que dicen como decía Holmes. No el
detective, el otro Holmes.
Pero es Navidad, y dicen que el
año que viene nos asombraremos de la cantidad de empleo que se va a crear, y
no, no es en plan irónico. Si nos hemos creído todo lo malo, ¿por qué no confiar
en que llegue lo bueno? Felices Fiestas.
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