La
semana pasada, en esta columna, vimos el tipo de contratación laboral de 2013,
como indicador de lo que podría ocurrir este año. Afortunadamente para mi hubo
algunas personas que lo leyeron porque me enviaron sus reflexiones, lo que me
invita a pensar más sobre este tema.
Me
comentaron algo que además son opiniones bastante extendidas y que yo creo que
serán objeto de controversias este año: mejor un contrato precario que ninguno
y que es una fase necesaria de la recuperación, cuando las cosas mejoren esos
contratos parciales se transformarán en tiempo completo.
Sin
embargo, si a nivel individual son compartibles estos argumentos,
colectivamente nos pueden llevar a justificar lo que a la larga será malo para
todos. Claro que es preferible un contrato a tiempo parcial que ninguno, igual
que lo es cobrar cada mes, que sufrir retrasos en la nómina, etc. Pero esto lo
que pone de relieve, sobre todo, es la gravedad de la situación, como nos demostraba
la encuesta del Centro Reina Sofía que concluía que el 47% de los jóvenes
aceptaría cualquier empleo y en cualquier lugar.
Sin
embargo, vista la experiencia de crisis anteriores, no creo que la mayoría de
los que ahora se ven obligados a aceptar contratos a tiempo parcial, y
temporales o mal pagados los vean convertidos en tiempo completo cuando la
recuperación sea más fuerte. Este argumento se lleva repitiendo desde 1984, que
esos contratos se convertirían en indefinidos en el momento de bonanza, y no lo
hemos visto. La experiencia de tantos años nos enseñó que pese al dinero
literalmente tirado en bonificaciones y subvenciones, las conversiones en
indefinidos no cuajaron. En Almería, por ejemplo, el mejor año para el empleo
indefinido fue 2007 cuando se llegó al record histórico de un 7% de contratos
indefinidos o convertidos en indefinidos. Lamentable, pero peor es 2013, donde al
4,5% de contratación indefinida comentada la semana pasada, unimos que de los 237.000
temporales, apenas el 3% superaba los seis meses, y la mitad no llegó al mes de
duración.
Así
que no nos engañemos, la precariedad, con contratos temporales de cortísima
duración y a tiempo parcial está aquí para quedarse, y con sus bajos salarios y
bajas cotizaciones hace peligrar a la sostenibilidad de las pensiones, lo que afecta
a todos, y sirve como excusa para pedir un nuevo abaratamiento del despido, con
el argumento de siempre, que así se harán contratos indefinidos. Pero no
ocurrirá porque al mismo tiempo se fomenta la temporalidad y la parcialidad, lo
que justificará nuevas exigencias de abaratamiento del despido
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