viernes, 23 de mayo de 2014

SIGUIENDO CON LA PRECARIEDAD

La semana pasada, en esta columna, vimos el tipo de contratación laboral de 2013, como indicador de lo que podría ocurrir este año. Afortunadamente para mi hubo algunas personas que lo leyeron porque me enviaron sus reflexiones, lo que me invita a pensar más sobre este tema.
Me comentaron algo que además son opiniones bastante extendidas y que yo creo que serán objeto de controversias este año: mejor un contrato precario que ninguno y que es una fase necesaria de la recuperación, cuando las cosas mejoren esos contratos parciales se transformarán en tiempo completo.
Sin embargo, si a nivel individual son compartibles estos argumentos, colectivamente nos pueden llevar a justificar lo que a la larga será malo para todos. Claro que es preferible un contrato a tiempo parcial que ninguno, igual que lo es cobrar cada mes, que sufrir retrasos en la nómina, etc. Pero esto lo que pone de relieve, sobre todo, es la gravedad de la situación, como nos demostraba la encuesta del Centro Reina Sofía que concluía que el 47% de los jóvenes aceptaría cualquier empleo y en cualquier lugar.
Sin embargo, vista la experiencia de crisis anteriores, no creo que la mayoría de los que ahora se ven obligados a aceptar contratos a tiempo parcial, y temporales o mal pagados los vean convertidos en tiempo completo cuando la recuperación sea más fuerte. Este argumento se lleva repitiendo desde 1984, que esos contratos se convertirían en indefinidos en el momento de bonanza, y no lo hemos visto. La experiencia de tantos años nos enseñó que pese al dinero literalmente tirado en bonificaciones y subvenciones, las conversiones en indefinidos no cuajaron. En Almería, por ejemplo, el mejor año para el empleo indefinido fue 2007 cuando se llegó al record histórico de un 7% de contratos indefinidos o convertidos en indefinidos. Lamentable, pero peor es 2013, donde al 4,5% de contratación indefinida comentada la semana pasada, unimos que de los 237.000 temporales, apenas el 3% superaba los seis meses, y la mitad no llegó al mes de duración.
Así que no nos engañemos, la precariedad, con contratos temporales de cortísima duración y a tiempo parcial está aquí para quedarse, y con sus bajos salarios y bajas cotizaciones hace peligrar a la sostenibilidad de las pensiones, lo que afecta a todos, y sirve como excusa para pedir un nuevo abaratamiento del despido, con el argumento de siempre, que así se harán contratos indefinidos. Pero no ocurrirá porque al mismo tiempo se fomenta la temporalidad y la parcialidad, lo que justificará nuevas exigencias de abaratamiento del despido



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