lunes, 25 de junio de 2012

RIESGO MORAL ARTICULO 18 JUNIO 2012


EN estos días todo el mundo habla del rescate, también conocido como línea de crédito en condiciones ventajosas, pero pocos del riesgo moral. No es en absoluto extraño ya que vivimos en la sociedad donde se acuñó la impagable frase de que lo que es público no es de nadie.

El riesgo moral describe una situación en la que una persona, una institución, un banco, y hasta todo un país, puede comportarse de manera imprudente y despilfarradora porque sabe que no estará expuesto completamente a las consecuencias de sus acciones. Amparados en el mito de antes muertos que dejar quebrar un banco, los gestores de las cajas rescatadas hicieron inversiones absurdas como aeropuertos sin aviones y asumieron elevados riesgos porque sabían que nunca se les dejaría caer y, a unas malas, las consecuencias de sus fracasos las pagarían los contribuyentes. Ahora serán rescatados y la lección será la misma: se puede ser imprudente porque no se tendrán que asumir las consecuencias.

Criticar a los banqueros es fácil, véase lo que acabo de hacer. Pero a medida que descendemos hacia ejemplos locales, la prudencia rebaja los decibelios de nuestra indignación. Un ejemplo son las tarjetas VISA y dietas de la Administración, entendida esta con la misma amplitud que usa la reforma laboral para permitir despedir empleados públicos: ayuntamientos, comunidades autónomas, empresas públicas o Universidades. No eres nadie si no tienes tarjeta de crédito con cargo al presupuesto, y todavía eres menos si no la utilizas. Las cenas de Dívar provocan el rechazo social pero ¿y a nivel local? ¿mantenemos el mismo malestar? Imaginemos el caso: la persona responsable de una Administración gasta 1.500 euros en comidas que, una vez conocido, paga la Institución a la que representa.

El riesgo moral es que puede hacerlo porque sus acciones no tienen consecuencias para ella. Las comidas de trabajo son comidas, no trabajo. Al trabajo se va ya comido de casa. Y habría que renunciar ya a las tarjetas VISA con cargo a cuentas públicas. Frente a esta laxitud está otra realidad.

En Almería, por ejemplo, la protección social que a comienzos de 2010 alcanzaba al 92% de los parados ahora está en el 65%, una consecuencia de la crisis que está abriendo una fractura grave entre los que conservan su empleo y los que lo han perdido. Recuperemos la virtud cívica porque de seguir así, llegará el día en que las vallas que ciudadanos enfurecidos tiren no serán la de un campo de futbol para ver el entrenamiento de la selección, sino la que protege el paraíso de los privilegios en que parecen convertidas algunas instituciones.

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