Es la segunda vez que dedico una
columna a este tema. La vez anterior fue justo hace un año y con preocupación
veíamos que el 19,40% de los desempleados almerienses inscritos en las oficinas
de empleo llevaban al menos dos años en esa situación. Lo que alarmaba es que
este fenómeno era desconocido en nuestra provincia porque tradicionalmente los
parados que llevaban dos años sin trabajo no superó el 8% del total hasta 2010.
Un año después la evolución del
paro registrado de larga duración, entendiendo por tal los que llevan al menos
dos años fuera del mercado laboral no puede ser más negativa. Al comparar septiembre
de 2013 con septiembre de 2012 hemos notado un ligero alivio en las cifras de
paro, que bajó respecto al año anterior en 166 personas y que ya analizamos la
semana pasada. Un dato positivo, sin duda, pero que lo hubiera sido más si ello
procediera de la creación de empleo neto. Pero, para no dispersarme, ese mínimo
descenso del paro registrado es la consecuencia de una reducción del número de
desempleados en dos grupos, los que llevan entre 3 y 6 meses sin empleo y,
sobre todo, los que llevan entre 6 meses y un año, entre los que el paro se
reduce en más de mil personas. Este dato desmiente a los que dicen que los
parados no quieren trabajar, pues en ese tramo en el que aún se estaría
cobrando prestación y refuerza a los que piensan que la emigración está
influyendo en la reducción del desempleo ya que la gente se va antes de que el
paso del tiempo haga aún más difícil conseguir trabajo.
Mientras tanto, el grupo de
parados que lleva más de dos años sin trabajo sigue creciendo. Recordemos que
en septiembre de 2009 eran apenas el 7% del total y que hace justo un año el
19,40%. Bien, ahora el 22,50% de los desempleados de Almería trabajaron por
última vez hace más de dos años. Si en lugar de hablar de porcentajes, hablamos
de cifras absolutas, el aumento de este colectivo es espectacular, ya que en un
año los parados de larga duración han crecido en 2.563. Es decir, no se ha
tocado techo en lo que es el tipo de desempleo más grave. Grave porque afecta a
la salud y al bienestar individual y familiar, aumenta la desigualdad social y
va creando un poso de resentimiento que ya veremos donde nos lleva. Si reducir
su número va a ser difícil, lo que urge es evitar que crezca, y ello pasa por
mejorar la formación volviendo al sistema educativo los más jóvenes y para el
resto con políticas activas bien diseñadas. Si Almería necesita más fondos para
ellas, nuestros diputados en el Congreso, están a tiempo de exigirlo.
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