Un nuevo barullo en materia de
empleo, a añadir al ya existente amenaza en el horizonte. El Presidente del
Gobierno anunció el miércoles que su futura reforma fiscal incorporará
incentivos a la contratación. Miedo me da. De entrada porque en su anuncio dijo
que será en la línea de lo que ya han hecho, y todos hemos visto lo que han
hecho. Después, pero no menos importante, porque toda esa reforma fiscal con
incentivos incluidos estaría lista, oh casualidad, para las próximas elecciones,
con la sospecha de que su contenido puede tener mucho de medidas propaganda.
Otro motivo de suspicacia es que
se afirma que su característica será la sencillez. Si queremos tener un
precedente de sencillez en la línea de lo ya hecho basta ver el resultado de la
tan anunciada simplificación de contratos laborales. Se vendió como una reducción
en el número de contratos, lo que era del todo punto imposible porque para ello
es necesario reformar leyes, decretos, órdenes, y no simplemente diseñar un
formulario. La consecuencia es que, efectivamente, los formularios han quedado
reducidos a cuatro, cada uno de ellos con veintiuna hojas. Mientras, el
Gobierno que prometió reducir el número de contratos, los aumenta, y a su
afirmación de que la reforma laboral persigue reducir la temporalidad le sigue
un fomento de la contratación temporal y a tiempo parcial que ha devuelto el
contrato indefinido a tiempo completo a los niveles de 1997. Otro buen ejemplo,
es el contrato de aprendizaje y formación, antes aprendizaje, antes formación. Para
fomentar su utilización, un mes se introduce como va a ser la formación, dos
meses después se deja sin efecto, y otro mes más tarde se permite que sea a
tiempo parcial. ¿Cúal puede ser el salario de un joven, y ya vamos con que a
estos efectos la juventud dura hasta los treinta años, contratado a tiempo
parcial y en formación? Contento puede estar si no tiene que pagar.
Ahora, tras 30 años de constatado
fracaso de las políticas de empleo basadas en beneficios fiscales, y lo sucedido
con el contrato estrella de la reforma laboral es un buen ejemplo, inexequible
al desaliento el Presidente anuncia una nueva ronda. Estas medidas sólo han
servido para que quien ya tenía pensado contratar busque la persona que encaje en
el perfil bonificable. De esta forma no se aumenta el empleo, se desplaza de un
tipo de trabajador a otro. Si quieren sencillez y eficacia deberían reducir las
cotizaciones sociales. Inicialmente bajaría la recaudación, pero no más que la
continua bajada de sueldos, y se compensaría con el aumento de cotizantes.
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