ESE
MOMENTO DEL 38 CONGRESO
Fui invitado al 38 congreso
socialista. Por desgracia la invitación no abarcaba al bar. Como me hizo notar
un amigo periodista confundí invitado con convidado. No importa, ir de invitado
te da para hacer “muchas cosas” por usar la afortunada expresión de un
dirigente socialista almeriense. Pero sobre esas otras “muchas cosas” ya habrá
tiempo de hablar. A mí, en concreto, me permitió hablar compulsivamente con decenas
de personas que no se lo esperaban. Pero, sin duda, lo mejor del Congreso fue
ese momento único, que sólo ves si estás en el lugar adecuado. El momento que
va desde que empieza el rumor sobre el nombre del vencedor hasta que, asumido
por todos, se recomponen gestos y se entona el tradicional hemos ganados todos.
Al principio observas reacciones de incredulidad, pero cuando la verdad se abre
paso ves desde la incontrolable euforia de quien menos te lo esperabas a los
hombros caídos y la tez enrojecida de quien anunció su voto en la radio. Pude
ver el aire de desolación con el que caminaba hacia su sitio algún consejero y la
incapacidad para aplaudir, siquiera por cortesía, de delegados e invitados
almerienses. Como dice la canción eran un pañuelo de silencio y nunca mejor
dicho, que destacaban por su estupefacción entre los que coreaban el nombre de
Rubalcaba.
Cuando hay dos posibilidades lo
prudente es tener pensada la reacción ante ambas. El exceso de confianza hizo
que no fuera así y me alegro porque nada hay más aburrido que lo predecible. Por
eso y hasta que la experiencia, o los palos, le lleve al terreno de las frase hechas
y pierda frescura, del secretario general de los socialistas de Almería se
puede decir cualquier cosa menos que es aburrido. Abrió el Congreso afirmando que
los delegados almerienses apoyaban a Chacón, excepto los de Jiménez que no le
iban a decir la verdad. Por eso ni les preguntó ni tomó no ya café, carísimo, siquiera
una foto de conjunto que demostrara la unidad almeriense. Visto que, a
posteriori, 16 de los 23 almerienses juraron haber votado a Rubalcaba, sería interesante
saber quién le llevo a esa conclusión y digo bien, quién, no qué. Y con esta
otra frase cerró el Congreso: “los políticos debemos saber sumarnos a la
mayoría cuando hemos estado en otra opción”. Ese “saber” no lo entiendo como
una reflexión cínica, que llevada al extremo nos hubiera dirigido el 23N a la
calle los Picos, sino la constatación de que un partido democrático, como el
PSOE, llega a la unidad, entendida como personas libres agrupadas en torno a un
proyecto común, desde el dialogo y el respeto y no desde la imposición.
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